El número 42 de “Cuadernos Historia de Catral”, correspondiente al período octubre-noviembre de 2017, está dedicado a una época muy especial: Catral en los años 1930.
La España de los años 30 se caracterizó por la agitación social y la crisis económica. En este contexto, el perfil a grandes rasgos de Catral, dibujaba un pueblo no muy pequeño, 3.286 individuos, con una idiosincrasia peculiar, acogedor y de buena gente y transcurría sus días –sin demasiada gravedad conflictiva, entre penalidades, tradiciones y esperanza, guardando siempre su carácter de pueblo de la Vega Baja.
Un hombre respetado y cercano a la gente, muy catralero1, fue don José García2, médico del pueblo, gallego; se casó con una hija del célebre fabricante de calzados Ripoll que tardó algún tiempo en contraer matrimonio porque los padres estaban desacuerdo, lo que se convirtió en un chisme muy manido entre la gente, Entre los practicantes destacó Antonio García Penalva el Agujas, José Sabater, que vivía en el barrio de los Dolores y don Miguel Almarcha, que ya murió en Catral.
Los niños de entonces solían ser muy revoltosos; quitaban la llave general del alumbrado público que estaba entrando a la iglesia a mano izquierda, y la gente pensaba que se había ido la luz, que entonces era muy normal. En alguna ocasión ataban la blusa del tío Camarrojo a la silla que estaba sentado, y con el mal genio que tenía la “empezaba a gachatazos” a cuantos estaban cerca de él.
Son retazos de la vida de un pueblo marcado por la Guerra Civil que perdura en la memoria común después de más de 70 años y que trataremos en un siguiente Cuadernos Historia de Catral.
Autor: José Sáez Calvo.
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